McDonald’s, que sigue empleando a 62.000 personas en Rusia, abrió su primer restaurante en el país en Moscú en 1990, época en la que la extinta Unión Soviética empezaba a abrir su economía a las marcas occidentales; la decisión tomada este lunes tiene “un peso simbólico similar”, según señalan los analistas. Según señala ‘BBC’, muchos empleados y activistas han presionado para que el cierre sea total.
«Se trata de un asunto complicado, sin precedentes y con profundas consecuencias», ha asegurado Chris Kempczinski, consejero delegado de McDonald’s, en un mensaje dirigido a las franquicias, los empleados y los proveedores, obtenido por ‘The New York Times’. «Algunos podrían argumentar que facilitar el acceso a los alimentos y seguir empleando a decenas de miles de ciudadanos de a pie es seguramente lo correcto. Pero es imposible ignorar la crisis humanitaria causada por la guerra en Ucrania”, ha añadido el máximo dirigente de la cadena de comida rápida.
Como parte de su salida de Rusia, la compañía ha explicado que los nuevos establecimientos no podrán utilizar la marca y logotipo de McDonald’s y ha señalado que entre sus prioridades está “tratar de asegurar que los empleados de McDonald’s en Rusia continúen siendo pagados hasta el cierre de cualquier transacción y que los empleados tengan un empleo futuro con cualquier comprador potencial”.
«La decisión de McDonald’s de dar un paso más allá de la suspensión de las operaciones en Rusia, para seguir adelante con la venta de sus restaurantes, no es demasiado sorprendente y la reacción del mercado ha sido relativamente moderada, con las acciones prácticamente planas en las operaciones previas al mercado”, ha señalado Matt Britzman, analista de renta variable en Hargreaves Landswon.
Según este experto, “con 850 restaurantes en Rusia, la suspensión del servicio también estaba pesando en los resultados, con 127 millones de dólares de costes registrados en el primer trimestre con respecto a los cierres en Rusia y Ucrania”. “Se espera que la venta dé lugar a un cargo no monetario de entre 1.200 y 1.400 millones de dólares para amortizar su inversión una vez que se complete la venta a un comprador local sin nombre”, ha añadido, al tiempo que ha indicado que la propiedad rusa estaba compuesta “por las tiendas menos rentables de la empresa”, lo que “para muchos inversores aliviará la incertidumbre que existía anteriormente».