Para alcanzar una mejor eficiencia energética, se recomienda llevar a cabo una consultoría especializada en la materia, a través de distintos servicios técnicos, como la implantación de sistemas de gestión integrados (especialmente el sistema de gestión energética) o el cálculo de huella de carbono. Todo ello adaptado a las necesidades y obligaciones legales que permitan definir un plan de mejora continua.
Enrique Roca, responsable técnico del área de Eficiencia Energética y Sostenibilidad en Euro-Funding, expone 6 claves a tener en cuenta para mejorar dicha eficiencia energética y ahorrar en la factura de la luz.
En primer lugar, un control eficiente de las instalaciones para identificar las maneras de optimizar el consumo. Es fundamental saber a qué se destina la energía y analizar los motivos por los que existe un determinado consumo. Contar con un adecuado sistema de gestión y llevar a cabo una monitorización de la instalación resulta muy beneficioso para poder desarrollar propuestas de mejora. Un ejemplo para la ayuda de tareas podría ser establecer sectorización para el encendido de luces y la activación de equipos.
En segunda instancia, asegurar la instalación de la mejor tecnología disponible cuando se lleva a cabo una nueva adquisición. Al efectuar una compra, hay diferentes parámetros a tener en cuenta. Tradicionalmente, el coste es uno de los que más protagonismo tiene en la decisión de compra, pero se tiende a dejar de lado el análisis de otros parámetros que permiten alinear los objetivos medioambientales que se están definiendo. La eficiencia energética debe incluirse en este cóctel con un peso significativo a la hora de tomar una decisión de qué máquina o producto adquirir.
Lo tercero que comenta es el pensar en inversiones con un retorno razonable. Es decir, valorar si económicamente interesa una reforma cuyo único propósito sea implementar tipos como la estanqueidad de los edificios y un control de la ventilación, que podría resultar positivo. Existen otras actuaciones, cuyo desembolso económico no es tan alto y también pueden marcar una diferencia importante, por ejemplo, la iluminación LED, la aerotermia, energías renovables, etc., dependiendo de las horas de uso de las instalaciones.
Seguidamente, la clave está en aprovechar los calores residuales que hay en todas las instalaciones. Se trata de sacar el máximo partido al calor residual que se genera para ahorrar una importante cantidad de dinero.
Cabe mencionar la aerotermia, una tecnología que merece la pena explorar y cuya demanda crece exponencialmente. Esta utiliza principalmente la energía del aire que nos rodea almacenada en forma de calor y permite, entre otras cosas, cubrir la demanda de calefacción, agua caliente sanitaria o refrigeración en un local.
El penúltimo caso, trata de valorizar los residuos y hacer que estos terminen desapareciendo. el primer paso es separar en origen y valorizar en cada caso de la mejor manera posible. Se han construido plantas para valorizar directamente residuo orgánico, generar biogás y que este se pueda quemar para generar electricidad (de origen renovable) o bien inyectar en la red de gasoductos para su uso vehicular o para sustituir el consumo de gas natural en calderas. El objetivo, utilizar residuos en lugar de una energía fósil.
Y por último, el experto expone que hay que tener en cuenta otras inversiones como la instalación fotovoltaica. Hoy por hoy se puede amortizar la instalación fotovoltaica en los primeros cinco años, la cual puede reducirse a tres en caso de contar con ayudas. Esto supone un gran ahorro en la factura de la luz además de una disminución del impacto ambiental y por eso, la energía solar está ganando peso en el sector agrícola y cada vez más explotaciones apuestan por instalar placas solares.
En los últimos años se está potenciando el bombeo solar, eliminando el consumo de gasóleo en grupos electrógenos, que hacen funcionar las bombas, colocando en su lugar una superficie con placas fotovoltaicas con una potencia instalada asociada a la bomba de riego.