Este ha sido el primer informe financiero del gigante tecnológico desde que el Gobierno de Estados Unidos se convirtiera en el principal accionista de Intel, tras adquirir en agosto un 10% de participación mediante una inversión de 8.900 millones de dólares, negociada por la administración Trump. Durante el trimestre, la compañía también recibió 5.700 millones de dólares de fondos federales.
Intel registró un beneficio neto de 4.100 millones de dólares, o 90 centavos por acción, frente a una pérdida de 16.600 millones en el mismo periodo del año anterior. No obstante, contabilizó una pérdida por acción de 37 centavos debido a acciones en fideicomiso que serán transferidas al Gobierno estadounidense. Para el cuarto trimestre, prevé ingresos de 13.300 millones de dólares y un beneficio ajustado de 8 centavos por acción, en línea con las proyecciones del mercado.
El CEO Lip-Bu Tan afirmó que Intel está “plenamente comprometida con la visión de la administración Trump para restaurar la producción de semiconductores en EEUU” y dio la bienvenida al Gobierno como “un socio esencial” en esa misión. En septiembre, Nvidia también invirtió 5.000 millones de dólares en la empresa. Ambas compañías colaborarán integrando los procesadores centrales (CPU) de Intel con las GPU de inteligencia artificial de Nvidia, que dominan el 90% del mercado de chips de IA.
La firma informó que la demanda de chips sigue superando la oferta, una tendencia que espera continúe durante 2026. Su división de productos generó 12.700 millones de dólares en ventas, un 3% más que el año pasado, mientras que su negocio de centros de datos cayó un 1%. Intel confía en que su alianza con Nvidia impulsará el crecimiento en ese segmento.
Por otra parte, su división de fundición (Intel Foundry), dedicada a fabricar chips para terceros, registró 4.200 millones de dólares en ingresos, un 2% menos interanual. Toda la facturación provino de la propia Intel utilizando esas instalaciones para producir sus chips. La empresa inició durante el trimestre la fabricación de sus semiconductores más avanzados en Arizona.
Intel cerró el periodo con 88.400 empleados, frente a los 124.100 del año anterior, reflejando una fuerte reducción de plantilla como parte de su plan de reestructuración global.
