En un paralelismo con el movimiento ‘MAGA’ de Donald Trump, estos expertos detallan varios consejos que necesita el Viejo Continente para impulsar un ‘MEGA’ (Make Europa Grea Again) que eleve a la Unión Europea a un nuevo papel en el orden mundial.
Según relatan, las bolsas europeas han registrado una notable evolución en lo que va de año. El impulso inicial vino de la mano de unas valoraciones atractivas, porque muchas compañías del continente cotizaban con un importante descuento frente a sus equivalentes estadounidenses.
Con el paso de los meses, el repunte fue ganando respaldo en las expectativas de estímulos fiscales, la esperanza de un posible desenlace favorable de la guerra en Ucrania y, en general, un renovado optimismo sobre el papel de Europa en el tablero económico global.
Sin embargo, en su opinión, el atractivo relativo se ha reducido. Aunque las acciones europeas ya no están tan baratas como al comenzar el año, todavía cotizan a múltiplos inferiores a los de Wall Street. Esta diferencia refleja, entre otras cosas, una percepción persistente: Europa es menos dinámica y productiva que EEUU o Asia. Y una de las causas estructurales de este rezago es la fragmentación interna de la eurozona.
Vontobel destaca que, pese a compartir una moneda, los países del bloque mantienen políticas fiscales, laborales y económicas propias. Esta falta de armonización complica el crecimiento empresarial transfronterizo y limita las economías de escala.
Además, los mercados de capitales europeos siguen divididos por fronteras nacionales. La propia Comisión Europea reconoce que la integración sigue siendo “relativamente modesta”. Así, una mayor unificación permitiría canalizar más inversiones hacia startups, facilitaría la movilidad del capital, y fortalecería el papel internacional del euro.
Por otro lado, Estados Unidos sigue liderando la revolución tecnológica, con gigantes como Apple, Microsoft o Google transformando la productividad mediante inteligencia artificial, computación en la nube y automatización. Y aunque Europa cuenta con empresas innovadoras, a menudo les cuesta escalar con la misma rapidez y ambición.
RIESGOS GEOPOLÍTICOS Y PRESIÓN EXTERIOR
A nivel geopolítico, el entorno externo tampoco facilita las cosas. El renovado enfoque proteccionista de EEUU bajo el mandato de Donald Trump, centrado en el eslogan ‘América primero’, ha desafiado el modelo exportador europeo.
Alemania, Francia, Italia y España tienen economías fuertemente expuestas al comercio exterior, con exportaciones que superan un tercio de su PIB. Las tensiones geopolíticas, especialmente la guerra en Ucrania y la amenaza latente de un conflicto más amplio, siguen minando la confianza empresarial y de los consumidores.
En este sentido, la seguridad se ha convertido en una prioridad. Trump ha presionado a los países europeos para que aumenten su gasto militar, proponiendo incluso un objetivo del 5 % del PIB. Aunque el gasto en defensa de la UE aumentó casi un 12% en 2024, la mayoría de los países aún están lejos de ese nivel. Las restricciones presupuestarias siguen siendo un freno.
Desde el este, China también ejerce presión. El país está inundando los mercados globales con productos tecnológicos a bajo coste, desde paneles solares hasta coches eléctricos. Esto amenaza a industrias estratégicas en Europa, al tiempo que las empresas europeas encuentran dificultades para ganar cuota de mercado en China.
Además, persisten heridas del pasado. Por ejemplo, la inversión en la eurozona aún no se ha recuperado plenamente desde la crisis financiera y la posterior crisis del euro.
Y, a nivel interno, el debate sobre inmigración, integración y seguridad ha alimentado movimientos populistas y euroescépticos, especialmente en economías clave como Francia y Alemania.
AVANCES ESTRUCTURALES Y SEÑALES ALENTADORAS
Pese al panorama desafiante, Vontobel considera que Europa ha logrado importantes avances estructurales en los últimos años. La tasa de desempleo se ha reducido significativamente: en abril de 2025 se situaba en el 6,2%, frente a niveles superiores al 12% en los peores momentos de la crisis. En el sur de Europa, el progreso ha sido aún más notable: del 18% a menos del 8%.
Además, los hogares también han saneado sus finanzas, y la deuda privada está por debajo de los niveles registrados tras la crisis de 2008 o la pandemia. Y el sector bancario ha mejorado sustancialmente, con una caída significativa de los préstamos morosos, especialmente en países como Grecia, Italia o España, y con entidades mejor capitalizadas.
Además, el entorno de tipos de interés bajos ha reducido el coste de financiación de los gobiernos. Hoy, la carga de intereses en la eurozona representa apenas el 3% del PIB, frente a más del 5% durante la crisis del euro. En comparación, EEUU supera ya el 8%. No obstante, países como Italia y España aún enfrentan costes relativamente elevados (más del 6% y 4%, respectivamente).
IMPULSO REFORMISTA Y AGENDA COMÚN
A corto plazo, Vontobel considera que el renovado mandato de Trump podría actuar como catalizador para nuevas reformas en Europa. La presión exterior está generando una respuesta política más coordinada. En Alemania, por ejemplo, el candidato conservador Friedrich Merz ha pasado de rechazar cualquier modificación del freno al endeudamiento, a proponer una reforma constitucional que permita inversiones masivas en defensa e infraestructuras.
Este giro ha servido de precedente para otros países, que también han anunciado aumentos en sus presupuestos de defensa. Asimismo, la política industrial ha ganado protagonismo. El informe sobre competitividad elaborado por Mario Draghi en 2024 ha sido la base de una nueva hoja de ruta presentada por Ursula von der Leyen: la “Brújula de la Competitividad”. Este plan se enfoca en tres pilares clave: cerrar la brecha en innovación, alinear la transición ecológica con el crecimiento económico, y reducir las dependencias estratégicas de Europa.
Entre las iniciativas destacadas se incluyen un Fondo de Competitividad, una Unión del Ahorro y la Inversión, y un paquete normativo para reducir la burocracia.
INFLACIÓN BAJO CONTROL
La inflación también da señales positivas. En mayo, el IPC de la eurozona cayó al 1,9%, por debajo del objetivo del BCE. Y el crecimiento salarial se está moderando: las proyecciones apuntan a un alza del 3,1% este año, frente al 4,7% en 2024. Esta estabilización abre la puerta a una relajación de la política monetaria, lo que podría dar un nuevo impulso a la actividad.
Así, la eurozona aún tiene mucho trabajo por delante, pero estos expertos afirman que algunos pasos importantes ya se han dado. Con el viento político a favor y reformas en marcha, Europa podría estar en condiciones de recuperar protagonismo económico global. No se trata de replicar el modelo estadounidense, sino de forjar una senda propia hacia una mayor integración, resiliencia y competitividad.