Con la tensión en niveles difíciles de igualar, la respuesta de los mercados ha sido tan clara como esperada. Los activos de riesgo han caído con muchísima fuerza en las principales bolsas del mundo, al tiempo que refugios tradicionales como el oro o el petróleo, que actúan como el termómetro en este tipo de conflictos, han capitalizado la incertidumbre de la situación.
En cuanto al crudo, su repunte llega tras un período bastante negativo, que incluso llevó a voces tan prominentes como la de Goldman Sachs a pronosticar caídas hasta los 40 dólares. Sin embargo, la situación es ahora radicalmente distinta y preocupa la influencia que puede tener Irán sobre los precios del crudo. Tanto por su condición de gran productor internacional como por un posible bloqueo de una ruta clave para el petróleo: el estrecho de Ormuz.
¿ES FACTIBLE EL BLOQUEO?
Situado entre el golfo de Omán, al sudeste, y el golfo Pérsico, al sudoeste, el estrecho de Ormuz da salida al Mar Arábigo y, en consecuencia, al Océano Índico. Esta ruta de 160 kilómetros ha cobrado protagonismo debido a que por ella circulan diariamente unos 20 millones de barriles de petróleo y derivados, es decir, alrededor de una quinta parte del suministro global. Es más, aproximadamente el 35% del petróleo comercializado por el mar pasa por esta ruta.
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Así, resulta sencillo ver que cualquier intento de bloquearlo tendría repercusiones inmediatas en los mercados energéticos. Según Warren Peterson, estratega de materias primas de ING Research, una interrupción «significativa» en este vía marítima «sería suficiente para impulsar los precios a 120 dólares por barril».
De hecho, si las interrupciones se mantienen hacia finales de año, este experto ve al barril de Brent «cotizando a nuevos máximos históricos, superando el récord de cerca de 150 dólares por barril de 2008″.
En 2018, Irán advirtió que cerraría el Estrecho de Ormuz cuando aumentaron las tensiones tras la salida de EEUU del acuerdo nuclear y la reimposición de sanciones. Antes, en 2012, Teherán también advirtió sobre un posible cierre si Occidente imponía más sanciones a sus exportaciones petroleras por su programa nuclear.
Si bien la idea de cerrar esta vía marítima ha sido un recurso retórico recurrente –y no resultaría extraño que Irán recurriese a ella–, nunca se ha llevado a cabo y los analistas afirman que puede ser imposible de hacer.
«Seamos realistas sobre el Estrecho de Ormuz. Primero, la mayor parte está en Omán, no en Irán. Segundo, es lo suficientemente ancho como para que los iraníes no puedan cerrarlo», apunta Anas Alhajji, socio gerente de Energy Outlook Advisors. De hecho, este experto asegura que un bloqueo de esta ruta sería más perjudicial para Irán que para otros países como Estados Unidos, dado que la mayoría de los productos de consumo diario del país asiático entran por esa ruta.
Vivek Dhar, director de investigación de materias primas mineras y energéticas del Commonwealth Bank of Australia, va más allá y define esta opción como un «último recurso», ya que podría suponer una disputa militar directa con Estados Unidos.
«Tenemos entendido que sería extremadamente difícil para Irán cerrar el estrecho por un periodo prolongado, dado que la Quinta Flota de EEUU tiene presencia en Baréin. No obstante, Irán aún podría lanzar ataques contra petroleros o minar el estrecho para interrumpir el tráfico marítimo», explica Helima Croft, directora de estrategia global de materias primas de RBC Capital Markets.
No obstante, Ellen Wald, cofundadora de Washington Ivy Advisors, reconoce a ‘CNBC’ que esta manobra no tiene «ningún beneficio neto» para Teherán y también es debatible si tiene la capacidad para mantener un bloqueo completo durante un largo período de tiempo.
Es más, Wald cree que un alza en los precios del crudo provocada por Irán podría enfurecer a su mayor cliente: China. Irán exporta actualmente entre 1,6 y 1,7 millones de barriles de petróleo al día, en gran parte a refinerías privadas de China, a pesar de las sanciones vigentes.
«China no quiere que se interrumpa el flujo de petróleo desde el Golfo Pérsico bajo ninguna circunstancia, y tampoco quiere que suba el precio del crudo. Así que ejercerán todo su poder económico sobre Irán«, apunta Wald. De su lado, Vontobel explica que, si las sanciones se aplicaran más estrictamente y los compradores chinos redujeran su ingesta de petróleo iraní, esto podría tener un impacto «notable» en el suministro mundial.
Así pues, si bien esa opción parece un escenario «extremo», los analistas también señalan que la situación es extrema, especialmente tras la primera respuesta de Irán contra Israel, por lo que hay que extremar la vigilancia en este frente. «No creo que estemos viendo algo tan grave como la invasión de Ucrania por parte de Rusia. No representa una amenaza tan significativa para el suministro de petróleo«, sentencia Wald.
¿QUÉ ESPERAR DE LOS PRECIOS?
En este contexto, la mayoría de los analistas espera que el mercado siga tensionado en el corto plazo, al tiempo que esperan que el conflicto no escale todavía más. Sin embargo, hay suficientes riesgos asomando por el horizonte como para temerse lo peor.
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Teniendo esto presente, Vontobel cree que la «limitada» reacción de los precios refleja el hecho de que no se ha producido ningún «impacto directo» sobre la oferta de petróleo, por lo que los fundamentales del mercado permanecen inalterados. De hecho, añaden, la OPEP aún dispone de unos 5 millones de barriles diarios de capacidad excedentaria, lo que podría mitigar posibles perturbaciones.
«Nuestra mejor suposición es que los precios del petróleo seguirán el patrón habitual de estos eventos geopolíticos, con aumentos temporales antes de volver hacia niveles previos», señala Norbert Rücker, director de economía e investigación ‘next generation’ del banco suizo Julius Baer.
Según este experto, el pico y la duración de este patrón dependen de la intensidad del conflicto, pero históricamente han promediado menos del 20% de aumento en el precio y una duración de hasta tres meses. También existe la posibilidad, en caso de ataques contra las instalaciones de exportación de petróleo iraní, de que se produzcan represalias contra otras infraestructuras de producción o exportación de petróleo, como se vio en 2019 cuando los ataques contra Saudi Aramco interrumpieron temporalmente la mitad de la producción de petróleo de Arabia Saudí.
Con todo, Julius Baer señala que el riesgo de interrupción es «bajo» y, además, considera que el mercado petrolero actual es «muy resiliente en cuanto a suministro». «El almacenamiento es amplio en el mundo occidental y especialmente en China, que ha acumulado grandes inventarios de petróleo durante la última década. Las naciones petroleras, especialmente Arabia Saudí, cuentan con una amplia capacidad de producción de reserva, superior al 5% de la producción mundial, la cual recién están comenzando a reintroducir al mercado», explica Rücker, quien también apunta que algunas tendencias, como la caída de los beneficios del esquisto estadounidense, podrían revertirse.
Asimismo, este analista apunta que el mercado de petróleo de los países bajo sanciones occidentales debería seguir prosperando. «Siempre hay demanda por petróleo con descuento de países como Irán o Rusia por parte de naciones no occidentales. Aunque la situación sigue siendo muy cambiante e impredecible en el corto plazo, la estructura del mercado petrolero no debería verse afectada«, explica Rücker.
Por todo ello, la firma helvética eleva su objetivo a 3 meses a 72,5 dólares, mientras que su visión ‘neutral’ y su objetivo de 60 dólares a largo plazo se mantienen sin cambios.