Tras alcanzar repetidamente nuevos máximos a lo largo de 2025, ha sido, precisamente, en estos últimos días de diciembre cuando ha tocado el máximo histórico de 4.549,71 dólares.
Factores como las preocupaciones comerciales, la menor demanda del dólar estadounidense, las tensiones geopolíticas y el aumento de las compras de los bancos centrales se han combinado para crear las condiciones ideales para este repunte histórico.
Además, todo ello ha vuelto a poner de manifiesto su condición de activo refugio por excelencia debido a su baja correlación con otras clases de activos, por lo que puede actuar como un seguro durante mercados a la baja y periodos de tensión geopolítica.
Las perspectivas del oro para el primer trimestre de 2026 dependerán de múltiples factores, incluida la política monetaria, las condiciones económicas, los riesgos fiscales y el panorama geopolítico global.
Como indica Linh Tran, analista de mercado en XS.com, el factor más importante que influirá en los precios del oro en el primer trimestre de 2026 sigue siendo el entorno global de tipos de interés, en particular la postura política de la Reserva Federal de EEUU (Fed): «Si bien los mercados financieros han comenzado a anticipar un ciclo de flexibilización en 2026, los datos económicos estadounidenses de finales de 2025 indican que la economía se mantiene relativamente resiliente. Esto reduce la presión sobre la Fed para recortar los tipos de interés a principios de año».
Señala que, en un entorno donde los tipos de interés reales no han disminuido significativamente «es improbable que el oro mantenga una tendencia alcista sólida y continua a corto plazo. En cambio, es más probable que el primer trimestre de 2026 sea un período de corrección o consolidación para el mercado del oro, lo que permitirá a los inversores reevaluar las expectativas de flexibilización que ya se habían descontado para 2025″.
Además, cree que, en el primer trimestre de 2026, los factores geopolíticos «podrían no actuar como un fuerte catalizador alcista, pero seguirán actuando como un importante soporte subyacente que sustenta el atractivo del oro».
En su opinión, las perspectivas para los precios del oro «se inclinan más hacia un escenario de corrección y consolidación que hacia una fuerte ruptura alcista a principios de año. El entorno de altos tipos de interés y las expectativas de que la Fed mantenga una postura cautelosa siguen siendo obstáculos a corto plazo, mientras que factores de apoyo a largo plazo, como los riesgos fiscales y geopolíticos, siguen presentes«.
Sin embargo, apunta que «la tendencia alcista a largo plazo del oro se mantiene intacta. Es probable que el primer trimestre de 2026 sirva como una fase necesaria de reacumulación, ayudando al oro a construir una base más sostenible antes de entrar en nuevas subidas cuando las condiciones monetarias se orienten claramente hacia la flexibilización o cuando los riesgos macroeconómicos vuelvan a cobrar protagonismo».
Por su parte, Rania Gule, analista sénior de mercado en XS.com, considera que el mercado del oro atraviesa actualmente «una fase delicada que refleja claramente la naturaleza de este activo como reflejo de los equilibrios macroeconómicos, en lugar de ser simplemente una materia prima sujeta a la especulación a corto plazo».
«El rendimiento del oro en 2025 sigue siendo el factor más crítico para evaluar la tendencia futura. Alcanzar ganancias cercanas al 70% en un solo año no puede reducirse a movimientos especulativos pasajeros. Este repunte refleja cambios estructurales más profundos en el comportamiento de los inversores, ya que el oro se ha consolidado como una herramienta de cobertura fundamental contra la inflación, la desaceleración del crecimiento y la erosión de la confianza en las políticas monetarias convencionales. Desde mi punto de vista, estos factores no han desaparecido; más bien, siguen presentes en distintos grados», asegura.
Con todo, prevé que el oro «se moverá en un rango lateral a alcista en el próximo período, con la posibilidad de correcciones limitadas a medida que los precios se acerquen a nuevos máximos».
A medio plazo, anticipa que «cualquier retroceso generará un renovado interés de compra, especialmente por parte de inversores estratégicos y bancos centrales». A largo plazo, ve que el oro «está bien posicionado para mantener su estatus como uno de los activos defensivos más importantes en un mundo marcado por una creciente volatilidad económica y política, incluso si el camino hacia niveles más altos sigue siendo irregular y marcado por tomas de ganancias periódicas».
