Durante la conferencia de Karl Otto Pöhl sobre política monetaria en la zona euro celebrada este martes, la banquera central ha reiterado que ajustar el ritmo de las subidas de tipos es una herramienta clave para señalar «la determinación de cumplir nuestro mandato y mantener contenidas las expectativas de inflación. Y avanzar más rápido al comienzo del ciclo de alzas transmite claramente nuestro compromiso de reducir la inflación a nuestro objetivo» del 2%.
En este sentido, ha indicado que de cara al futuro el ritmo apropiado de los aumentos de los tipos de interés se decidirá reunión por reunión y que el lugar donde finalmente se asienten las tasas y el tamaño de los pasos que se vayan dando, dependerán de cómo evolucione la perspectiva de inflación «a medida que avancemos».
Lagarde ha insistido en que no va a permitir que la alta inflación influya en el comportamiento económico y «cree un problema de inflación duradero». El BCE quiere asegurar que las expectativas de inflación permanezcan bien ancladas y por ello ha dado «pasos importantes en el camino de la normalización de nuestra política monetaria, adelantando nuestras subidas de tipos».
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Este imperativo de anclar las expectativas es el que ha llevado a la entidad a endurecer su política monetaria y ayudan a explicar por qué, durante las dos últimas reuniones de política del Consejo de Gobierno del BCE, se subieron las tasas de interés oficiales en 125 puntos básicos en total, ha explicado.
Lagarde ha reconocido que la inflación en la zona euro ha resultado ser mucho más alta y más persistente de lo previsto originalmente, con unas cifras récord y con la posibilidad de que esta racha continúe en el corto plazo.
Asimismo, ha defendido que la inflación está siendo causada por una serie de shocks sin precedentes, que han dado lugar a puntos de inflexión en la economía mundial.
En este escenario, ha subrayado la presidenta del BCE que «los hacedores de política monetaria deben asegurarse de que la inflación no se afiance y regrese a la meta a medio plazo. Y nuestra respuesta política deberá tener en cuenta la combinación especial de perturbaciones a las que nos enfrentamos en la zona euro».
Los shocks que, según Lagarde, han provocado esta amplia respuesta inflacionaria han sido, en primer lugar, la pandemia y los cuellos de botella que ha provocado en el suministro, dando lugar a un aumento de los precios. Y en segundo lugar, la «invasión injustificable de Ucrania por parte de Rusia».
La invasión ha elevado los precios de la energía, cuyo aumento «ha contribuido directamente en alrededor del 30% a la tasa de inflación general desde el comienzo de este año e, indirectamente, se ha sumado a la ampliación de las presiones de los precios en toda la economía».
«El corte del suministro de gas a causa de la invasión rusa se ha convertido en un gran cambio estructural que tendrá ramificaciones durante varios años. (…) Aunque la respuesta de la UE amortiguará el aumento de los costes de la energía, es probable que los precios de los combustibles fósiles sean más altos durante algún tiempo. Reemplazar completamente las importaciones europeas de combustibles fósiles rusos es un desafío a corto plazo», ha dicho Lagarde.
Si los precios de la energía continúan siendo elevados durante mucho tiempo «puede tener un impacto en la producción industrial en Europa, afectando tanto a la oferta como a los precios».
Ante este contexto, la política monetaria debe trabajar para evitar que se afiancen las desviaciones de llevar la inflación al objetivo del 2%. «La política monetaria no puede evitar los efectos de primera ronda de muchos de estos shocks. Pero puede garantizar que no se incrusten. Esto es lo que está haciendo el BCE», ha concluido.